La galeofobia o selacofobia -el miedo a los tiburones- es una de las fobias más comunes relacionadas con el océano. Al ser uno de los depredadores más poderosos del mundo, la mayoría de los humanos tienen miedo de estos animales. ¿Sabes cómo puedes superar el miedo irracional a los tiburones?
Si estás en el océano y de repente empiezas a escuchar la icónica música del tema de Tiburón, es probable que haya un tiburón cerca. El gran tiburón blanco es el pez más fuerte de la Tierra: tiene hasta 300 dientes afilados, ojos aterradores y puede saltar hasta 4,5 m para atrapar a su presa.
Sin embargo, no están en la cima de la cadena alimentaria oceánica. Este papel corresponde a la orca, también conocida como ballena asesina. La orca es, sin embargo, un mamífero marino y no un pez. La notoria reputación de los tiburones ha sido alimentada por varios conceptos erróneos y falsas suposiciones, la mayoría de las cuales han sido causadas por la cultura popular.
Existen diferentes tipos de fobias relacionadas con la vida marina. La menos común es la ictiofobia. Se trata del miedo a estar cerca, tocar o incluso comer pescado. Es poco frecuente y no se considera un trastorno psicológico, y proviene de la palabra griega "ichthus" que significa "pez" y "phobos" que significa "miedo".
La acuafobia y la talasofobia comúnmente se usan erróneamente como términos intercambiables, ya que ambas implican el miedo al agua. Mientras que la acuafobia implica el miedo al agua en sí, en el caso de la talasofobia se centra en el miedo intenso a las masas de agua profundas como el océano o el miedo al mar. Estas parecen vastas, oscuras, profundas y peligrosas, ya que no se teme al agua en sí, sino a lo que acecha bajo la superficie.
Esto nos lleva de nuevo al miedo actual de la discusión: La galeofobia. Se trata del miedo persistente e incontrolable a los tiburones. En comparación con el miedo a los peces pequeños, hay más personas propensas a sufrir o experimentar la galeofobia, y podría decirse que es una fobia menos irracional. Esto se debe a que los tiburones son potencialmente peligrosos y pueden matar a seres humanos.
Aunque las probabilidades de perder la vida en un ataque de tiburón son escasas, existe la posibilidad, y esto resulta aterrador para varios. Las personas que padecen galeofobia o selacofobia presentan síntomas como los ataques de pánico, nerviosismo, estrés, sudoración excesiva, histeria, dolor de estómago, dolor en el pecho, elevación del ritmo cardíaco, trastorno de ansiedad y pesadillas.
Cuando ven un tiburón, ya sea en la playa, en un acuario o en un barco, los galeofóbicos pueden sufrir una profunda angustia mental, falta de aire, temblores, náuseas y mareos. Como respuesta habitual, cierran los ojos, lloran, gritan e intentan huir de la situación.
Este miedo a los tiburones puede ser tan extremo que la gente ha llegado a desmayarse o a experimentar arritmia. En algunos casos, la simple mención de la palabra "tiburón" puede desencadenar emociones desagradables y malestar en estas personas.
Aunque es comprensible que la gente tenga miedo a los tiburones, puede evitar nadar en el océano o incluso en piscinas, lo que podría afectar a su vida social. Películas de Hollywood como "Tiburón" (1975), "Deep Blue Sea" (1999), "Open Water" (2004), "Infierno Azul" (2016 y "A 47 Metros" (2017) han potenciado nuestra imaginación y nuestros oscuros temores hacia el depredador oceánico.
En ellas se representa a los tiburones como depredadores marinos despiadados, sin piedad y de sangre fría que atacan a todo lo que se cruza en su camino. La industria cinematográfica ha retratado a los tiburones como violentos y sedientos de sangre, como si persiguieran obsesivamente a los humanos para conseguir el bocado más sabroso.
Una de las mejores maneras de tratar la galeofobia/selacofobia es con la terapia de exposición. Esto significa que tendrás que enfrentarte y conocer a estas criaturas marinas tú mismo. En algunos parques acuáticos, existe la opción de nadar con tiburones sin que te muerdan ninguna parte del cuerpo. Esta es una gran oportunidad para superar poco a poco el miedo a los tiburones.
Dependiendo del nivel de galeofobia de cada persona, se puede empezar por detrás del cristal de un acuario y acabar buceando en una jaula de tiburones. Al fin y al cabo, el miedo es una construcción de la mente y cambiar tu conducta hacia ciertas cosas puede ayudarte a cambiar tus pensamientos al respecto (según las prácticas de la terapia cognitivo-conductual).
Además, la fobia a los tiburones puede tratarse mediante el psicoanálisis, la hipnoterapia o manteniendo conversaciones abiertas con un profesional. En el caso de los niños, pueden tener síntomas leves de galeofobia y luego perder estos miedos y enamorarse de este animal años después.
En otras situaciones, existe un desencadenante natural de este miedo. Esto ocurre cuando ha habido un evento traumático relacionado con este depredador. En este caso, una respuesta extrema a la presencia, referencia o pensamiento de un tiburón es una reacción natural de nuestro cuerpo hacia el peligro.
Sin embargo, si este no es el caso, existe la posibilidad de que nuestro mecanismo de defensa sobreestime el peligro para aumentar nuestras posibilidades de supervivencia. A veces, esto puede ser desproporcionado con respecto a la amenaza.
Por lo tanto, si crees que tú, un familiar o un amigo tenéis un miedo a los tiburones que dura más de seis meses y que interfiere en vuestra vida cotidiana, te recomendamos que acudas a profesionales de la salud mental para que te hagan un diagnóstico.