
Cuando cogemos un barco es importante lograr que la experiencia sea lo más agradable posible. En esta ecuación no pueden entrar los posibles y temidos mareos, algo para lo que los barcos están preparados gracias a sus estabilizadores del buque. Si quieres saber cuál es el más adecuado para cada situación, sus opciones y en qué consisten, te contamos todos los detalles sobre cada uno de ellos.
Los buques de pasaje cuentan con muchos elementos esenciales, pero uno de los más importantes, sobre todo de cara a los pasajeros, es el estabilizador. Este elemento limita el balanceo del barco, lo que genera una sensación de mayor estabilidad en los pasajeros. Los barcos cuentan con amplia libertad de movimiento en el mar, lo que puede provocar discrepancia entre lo que la persona ve y lo que percibe a través del oído. Es aquí donde aparecen los temidos mareos.
Cuanto más suaves sean estos movimientos, menores serán las posibilidades de que se produzcan estos mareos. Para ello entran en juego los estabilizadores de barcos, que contrarrestan los efectos que pueden producir los movimientos a bordo. Dichos movimientos se pueden dividir en 6 grados: avance, deriva, arfada, balance, cabeceo y guiñada.
Dentro de las opciones con las que cuentan los barcos para introducir un estabilizador, existen 3 tipos principales con características diferentes. Te contamos en qué consiste cada uno de ellos.
Los estabilizadores de aleta son capaces de adaptarse a las condiciones climáticas mediante unos elementos con forma de aleta, como su propio nombre indica, que sobresalen de la zona baja del buque. En el caso de que puedan retraerse, se limitarán desventajas como la pérdida de eficiencia y la pérdida de combustible.
Por su parte, los estabilizadores de aleta fijos no tienen la posibilidad de reducir la resistencia al avance en condiciones óptimas. Por tanto, genera un mayor consumo que otros tipos de estabilizadores que se pueden encontrar en un buque.
Las embarcaciones de pasaje, entre los que se encuentran los cruceros, los buques de guerra o los yates, aunque en este último caso es habitual que sean de lujo, suelen llevar este tipo de estabilizadores. Su funcionamiento es igual que el de una peonza, lo que genera resistencia al cambio en el eje de giro.
El sistema también cuenta con un volante de inercia que gira en un eje vertical que permite mantener la posición a pesar de los movimientos del barco. Esto proporciona una mayor comodidad en los pasajeros, una mejor seguridad al reducir riesgos derivados del balanceo y una mayor eficiencia del combustible que la que proporciona el estabilizador de aleta.
A pesar de que no se trata de un estabilizador en si mismo, sino de un sistema de propulsión, el sistema Voith Schneider incorpora en un solo equipo la propulsión, el gobierno del barco y el estabilizador de balanceo. Este sistema se basa en un rotor cicloidal con alrededor de 5 palas de perfil hidrodinámico. Estas se encargan del movimiento circular del rotor y se superponen.
La principal ventaja es que el sistema Voith Shcneider es capaz de generar el empuje en cualquier dirección de manera rápida y con una velocidad constante. Esto ayuda a que el uso de combustible se optimice, ya que el buque se mueve de manera más precisa y con un consumo de combustible ajustado.
Cada uno de los estabilizadores anteriormente nombrados tiene un funcionamiento diferente capaz de adaptarse a las situaciones específicas que viva cada barco. De esta manera, es importante conocer como actúan para poder seleccionar el que mejor convenga al buque, ya sea por tamaño, por uso o por trayecto.
Los estabilizadores de aletas se han convertido en los más comunes en el mundo de la navegación. Estas se extienden bajo la línea del agua a babor y estribor, de manera similar a los flaps de los aviones. Cuentan con dos opciones, una en la que las aletas pueden retraerse y ajustarse para reducir las turbulencias y optimizar el uso de combustible, y otra en la que las aletas quedan fijas, que cuentan con el punto negativo de que no se pueden modificar según las condiciones del mar.
Estos estabilizadores reducen de manera significativa el movimiento, por lo que son interesantes cuando se van a atravesar zonas con condiciones climáticas adversas, con viento intenso y olas altas.
Como ya hemos nombrado, este estabilizador se basa en una esfera de aluminio con un volante que al girar es capaz de contrarrestar el movimiento del buque. Dicho volante tiene un peso de alrededor de 300 kg. En definitiva, se trata de una enorme peonza que acciona el movimiento de dicho volante en dirección contraria al balanceo del mar, lo que contrarresta su efecto.
Se espera que cada vez más profesionales decidan introducir este tipo de estabilizadores en sus embarcaciones, ya que es un sistema innovador que mejora notablemente la experiencia de navegación. Comparado con el estabilizador de aletas, mejorar la eficiencia del combustible al adaptarse a las condiciones del mar, todo ello sin renunciar a una mayor seguridad y comodidad.
Al contrario que el estabilizador giroscópico, que se trata de una opción innovadora que va ganando terreno en el sector, el sistema Vith Schneider cuenta con 80 años de antigüedad. Su funcionamiento se basa en un rotor que gira sobre el eje vertical, gracias a lo que dirige la acción de ataque en dirección opuesta.
La principal ventaja de este sistema es que incluye tanto el sistema de propulsión como el de estabilización, lo que supuso una innovación importante en el sector tras su incorporación. Además, cuando se modifica el paso de las palas se puede actuar sobre la dirección manteniendo una velocidad constante.
En definitiva, cada uno de los tipos de estabilizadores que existen pueden adaptarse a una situación concreta. Esto hace especialmente importante tomar la decisión correcta según las zonas en las que se va a navegar y el uso que se le va a dar al navío.